La cremallera

"No vine a arrodillarme, vine a conquistar"

sábado, 29 de enero de 2011

Y recogí leña para que el fuego del infierno nunca muriese...

          Trabajo en una empresa internacional de Relaciones Públicas. Se llama SKC (Strategic Communication Centre). Es una de las empresas de marketing y representación pública más importantes de toda la Europa del Báltico, algo de lo que me he percatado en los últimos días. Se ha cumplido mi primera semana, y ya estoy realizando tareas como uno más. Mi empresa realiza planes de comunicación y estrategias de marketing para mejorar o lavar la imagen de empresas de cualquier tipo. Trabajamos con empresas de la talla de Phillips, Mercedes-Benz, Pepsi, así como con diversos gobiernos del este de Europa que necesitan asesores en tareas de "venta de ideas", a priori, imposibles de vender a los ciudadanos.
          Somos unos hijos de puta. Todas las empresas de marketing y relaciones públicas lo son. Y no siempre hijos de puta, sino, a veces, simplemente son putas de la comunicación. Nos vendemos a alto precio, pero somos capaces de cualquier cosa con tal de lograr los objetivos firmados. Trabajo para el mismo Lucifer, pero es divertido comprobar cómo el rebaño baila los pasos que algún idiota les va marcando desde las altas esferas.
          Durante los dos primeros días estuve colaborando en el plan de comunicación de Volfas Engelman, la segunda marca de cerveza más popular en Lituania. Por supuesto, la cervecera ha acudido a SKC para tratar de abandonar la segunda posición y desbancar de una vez por todas a Svyturys (la Cruzcampo lituana). Quieren hacer ver a la ciudadanía que la marca es sinónimo de "lituanismo" y tradición, puesto que es una cerveza que no ha cambiado desde 1856. Además, la empresa es un fiel reflejo de la historia del país, ya que, aparte de ser la decana de todas, desde su apertura no ha parado la producción ni siquiera un solo día. La fábrica nació como una idea del señor Engelman construida con sus propias manos, pero Lituania ha sido muchas cosas en el pasado. Con la absorción de la Unión Soviética, la empresa pasó a manos estatales. Unos años más tarde fue para los nazis, y poco después volvió a la URSS. Hoy, toda esa historia debe ser la imagen de la marca. Una cerveza inmortal, capaz de sobrevivir a soviéticos, a nazis y a mil guerras. Está previsto que la cerveza sea número uno del mercado en 2013. Creedme, lo será.
          Desde el miércoles abandoné la cerveza (sólo el proyecto) y me fui llamado al despacho de la directora, una señora de unos 50 años, naturalmente rubia y que habla un inglés con acento americano difícil de comprender en algunos momentos. SKC había recibido una oferta nueva. El gobierno de Azerbayán, país de régimen autoritario enclavado entre Armenia y el mar Caspio, y en guerra contra estos últimos por la posesión de un territorio intermedio, quiere lavar su imagen exterior. Buscan que la comunidad internacional reconozca el Alto-Karabaj, la zona disputada en la guerra eterna, como territorio azerbayano. Para ello, el primer paso es limpiar una imagen de dictadura que echa hacia atrás a la Unión Europea y a las principales potencias del mundo no-Europeo. Por este motivo, llevo tres días de constantes llamadas con un trabajador del gobierno azerbayano que, afortunadamente, dijo a nuestra empresa que sólo podía hablar francés o español, nada de inglés. Desde entonces, soy la llave de un tesoro que SKC ha encontrado por casualidad para este proyecto. O quizás no haya sido por puro azar. Uno no sabe ya qué pensar.
          El proyecto de Azerbayán, moralmente, es duro. Defendemos la posición de un país repudiado por todas las democracias del mundo, un país que quiere hacer suyo el territorio del Alto-Karabaj (rico en petróleo, por si todavía quedaban dudas) aún siendo sabido por todos que históricamente corresponde a tierras de Armenia. Pero la moral hay que dejarla a un lado. Este trabajo es así, sólo ofrecemos un servicio necesario para algunos, sin involucrarnos. Pura profesionalidad.
          Os pondré otro ejemplo que me contaron, sucedió hace dos años, e incluso los trabajadores de SKC paralizaron el proyecto un mes después de empezarlo por ir, creo, incluso contra los derechos fundamentales de las personas.
          El cliente, en este caso, era una importante farmacéutica que había lanzado al mercado una especie de parches contra el embarazo. Similar a los parches de nicotina, que se colocan en el brazo, pero en lugar de luchar contra el mono, evitaban el nacimiento de monitos. SKC sabía, de parte de la farmacéutica, que los parches no eran fiables, que su efecto anticonceptivo dependía del azar más que de cualquier componente químico de farmacia. Sin embargo, al tratarse de una suculenta oferta económica, la empresa aceptó la tarea. El primer paso fue crear 20 perfiles de personas falsas que darían su opinión en los distintos foros femeninos en Internet. Haciéndose pasar por mujeres que ya habían probado el producto, dirían que sus efectos eran increíbles, y que no había contraindicaciones en su uso. Todo ventajas. Tras un mes, la directora decidió romper el acuerdo con la empresa farmacéutica, y rectificó sus opiniones en todos los foros, asegurando que se trataba de perfiles falsos que habían sido creados para cumplir la misión publicitaria.
         Por ahora, sólo diré que el viernes bebimos champán porque este mes los trabajadores de SKC recibirán una paga extra. Un pequeño gesto de amistad que llega desde el gobierno de Azerbayán.

lunes, 24 de enero de 2011

Si pudieras mirar pa' dentro...

Para ti:

Efectivamente, los jóvenes, atendiendo a su modo de ser, son propensos a desear y a hacer lo que desean. En cuanto a los deseos del cuerpo, son especialmente inclinados a los sexuales e incapaces de dominarlos, aunque también son inconstantes y dados a aburrirse de ellos. Desean ardientemente, pero se les pasa rápido. Son temperamentales y tendentes a la ira. Se dejan dominar por sus impulsos, pues, por su pundonor, no soportan sentirse menospreciados, sino que se irritan si creen que sufren un trato injusto. Son deseosos de prestigio, pero lo son más de ganar, pues la juventud desea la superioridad, y la victoria es una forma de superioridad. En cambio, ambas cosas son más importantes para ellos que el deseo de dinero, porque no han experimentado aún lo que significa su falta. No tienen mal natural, sino bien, porque todavía no han conocido demasiadas perversidades. Son confiados porque aún no les han engañado muchas veces, y esperanzados, porque tienen un calor natural, semejante al que sienten los borrachos en las noches frías. Además, tampoco han fracasado muchas veces. La mayor parte de su vida está llena de esperanza, porque la esperanza se refiere al porvenir y el recuerdo al pasado, y para los jóvenes el futuro es largo, y el pasado muy corto.
También son engañadizos, por lo dicho, se esperanzan con facilidad, y más valerosos, porque son impulsivos y están llenos de fe: lo primero les quita el miedo, lo segundo les da ánimos, pues nadie teme cuando está indignado. Además son vergonzosos, pues todavía no se plantean otras metas nobles, sino que están educados sólo en las convenciones. Y magnánimos, pues aún no se han visto humillados por la vida ni han aprendido a qué se ven obligados sus mayores, además de que la magnanimidad implica que se consideran dignos de grandes logros, y eso es cosa de quien está lleno de esperanza. Prefieren realizar acciones hermosas en lugar de acciones provechosas, pues viven más de acuerdo con su modo de ser que con el cálculo, y es que el cálculo se refiere a lo provechoso, y la excelencia, a lo hermoso.
            Son más amigos de sus amigos y de sus compañeros que los del resto de edades. Disfrutan de vivir en compañía y aún no eligen nada de acuerdo con el provecho, y en consecuencia, tampoco eligen a los amigos. Todos sus errores son por exceso e impetuosidad, ya que todo lo hacen en exceso: beben en exceso, fuman en exceso, comen en exceso, aman en exceso, odian en exceso. Creen que lo saben todo, y ese es el motivo de que todo lo hagan en exceso. Cometen agravios para injuriar, no para hacer daño. Son compasivos, porque suponen a todo el mundo noble y mejor de lo que es, pues miden al prójimo por el rasero de su propia inocencia, de suerte que suponen que sus sufrimientos son inmerecidos. Son propensos a reír y por ello también bromistas, pues la broma siempre fue una insolencia atemperada por la buena educación. 
                 Así somos.

viernes, 21 de enero de 2011

Si puedes...

Si puedes mantener la cabeza sobre los hombros cuando otros la pierden y te culpan por ello.
Si confías en ti mismo aún cuando todos dudan de ti, teniendo siempre en cuenta sus dudas.
Si puedes esperar sin que te agote la espera, o soportar calumnias sin pagar con la misma moneda.
Si siendo odiado no das cabida al odio, ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad.
Si puedes soñar sin hacer de tus sueños tu amo.
Si puedes pensar sin hacer de tus pensamientos tu meta.
Si el triunfo y la derrota se cruzan en tu camino, y eres capaz de mirar a esos dos impostores con los mismos ojos.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho, tergiversada por malhechores que tratan de engañar a los necios.
Si puedes ver en ruinas todo lo que en tu vida has construido, y tener cojones para volver a partir de cero.
Si puedes amontonar todo lo conseguido, y jugártelo a un capricho del azar, y perder y empezar de nuevo sin recordar nunca lo perdido.
Si logras que tus nervios y el corazón sean siempre tu fiel compañero, y resistir cuando flaquean las fuerzas.
Si puedes hablar para una multitud sin perder la virtud, y caminar entre reyes sin perder sencillez y humildad.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero nadie demasiado.
Si eres capaz de llenar un implacable minuto con sesenta valiosos segundos de recorrido.

Si puedes... Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella.
Y, lo que es más importante, serás alguien.

jueves, 20 de enero de 2011

Si tu vida fuera...

          Europa es tan grande que no tiene cantos. Lituania es tan pequeña que sus fronteras casi saltan a la vista desde mi balcón. Un país con un territorio similar en tamaño a Andalucía, pero con sólo un tercio de su población. Escribo desde Vilnius, la capital de esta joven nación, independiente de la Unión Soviética desde 1991. Eso fue antes de ayer.
          Aún conservo los dedos de manos y pies, pero el frío empieza a apretar. Llevo menos de una semana por estos barrios, y la temperatura mínima registrada desde mi aterrizaje ha sido de siete grados bajo cero. Pero confiarse tan al norte es pecado capital. La próxima semana vienen curvas. El lunes se esperan máximas de -9º C y mínimas de -23º. Mi cerebro no alcanza a asimilar qué pasa cuando hace tanto frío. De momento, sólo sé que llegué resfriado desde España, y que ahora estoy curado, óptimo. Extraño. Aquí entras en locales con calefacción a más de 25º, y tan campante sales a la calle, experimentando una descenso radical de unos 35 grados. Y no, no pasa nada.
          Ya ha nevado. He visto nevar por primera vez en toda mi vida. Es un espectáculo sublime. Sin embargo, la vida rodeada de nieve es una putada. Bucólica, sí, pero poco práctica. Si la nieve complica la rutina, los días que no nieva son peligrosos. Aquí, una de dos: o nieva, o llueve. Si llueve significa que estás por encima de los cero grados, obvio. En cambio, toda esa lluvia se congela en cuanto el termómetro se decide a bajar. Eso convierte la ciudad en una caótica pista de patinaje. Los coches no pueden frenar, los adoquines se convierten en trampas mortales, y el proceso de identificación de viandantes comienza a florecer. Todo aquél que no sea lituano, letón, ruso o estonio es sencillamente reconocible. Los extranjeros de Europa Occidental andamos como los patos, a un ritmo vergonzoso que suele ir acompañado de gritos como "¡Ey, toro!" o "¡Ay, omá!", que aportan un equilibrio extra para salir del paso de forma airosa ante el resbalón. Mientras, las ancianas lituanas, que aún visten tacones de 12 centímetros y siempre van cargadas con bolsas, pasan a todo gas por ambos lados. Para reducir el riesgo de la caída es fundamental ir mirando al suelo. De hecho, apenas la hemos visto la ciudad todavía por ese motivo. Pero ir siempre con los ojos en los adoquines tampoco te libra de la muerte. Hace un par de días cayó desde un tejado un bloque de hielo de unos 50 kilos a tres metros de mí. Quizás si hubiese andado a la velocidad de un lituano, ahora sería fiambre. Esto es así, vas caminando y, de repente, eres carne muerta.
          Vivo en una casa magnífica. Un dúplex de 200 metros cuadrados que comparto con otros tres andaluces y un italiano de Calabria que llegará la próxima semana. Por el momento, hacemos lo que nos place. Vivimos como queremos. Incluso nos hemos acostumbrado a despojarnos de abrigos y zapatos en la entrada de la casa. Aquí trabajan la madera, los suelos son de parqué y la calefacción central no se puede controlar ni regular. Siempre está ahí.
          El idioma es inabarcable. En MEC Baltic, la empresa de movilidad internacional que nos acoge a los de Leonardo, intentan que aprendamos la lengua en dos semanas de curso intensivo. Ya han pasado cuatro lecciones, y las clases son una verbena. Oír leer en lituano a un gaditano no puede pagarse con dinero. Ni siquiera aquí. La moneda es la Lita. Un euro son 3,5 litas aproximadamente. La diferencia es notoria. Comes como un marqués en un buen restaurante por tres euros, pagas dos euros entre cuatro personas por un trayecto en taxi, entras en las mejores discotecas por 1,5 euros. Cosas así.
          La noche es guay, muy guay. Tal vez sea que aquí somos ricos, o que, como me ha dicho mi tutora lituana, los ojos oscuros vuelven locas a las mujeres del este, o quizás sea que vestimos muy diferente, sin duda mejor, o seguramente sea mi Casio de oro (gracias Matías), pero si quieres saber lo que debe sentir un futbolista famoso al entrar en una discoteca, sé español y ven a Vilnius. Aún así, hay que andarse con ojo. Las chicas bailan como si les fuera la vida en ello. Lo dan todo. Llegan cubiertas de abrigo, y al pasar por el guardarropa, de todas esas prendas no quedan más que un par de harapos estratégicamente colocados. Hasta ahora, sinceramente, lo hemos pasado muy bien.
          Del lado oscuro de esta historia, mi trabajo, diré que empiezo el lunes, que mi horario será de 10 de la mañana a cuatro o cinco de la tarde, contando la hora para el almuerzo, de 12 a 13 h. Formaré parte de la empresa SKC (www.skc.lt), una agencia de márketing y relaciones públicas que trabaja para las principales marcas del país, así como para las firmas extranjeras que más impacto tienen en Lituania. Estaré en el departamento creativo, es todo un desafío laboral.
          Hasta entonces, seguiré disfrutando de levantarme a las dos del mediodía, sorteando con un buen pase de pecho cualquier tipo de horario europeo. Y es que por las noches no para de sonar... "Si tu vida fuera...de chocolate...".