La cremallera

"No vine a arrodillarme, vine a conquistar"

lunes, 24 de enero de 2011

Si pudieras mirar pa' dentro...

Para ti:

Efectivamente, los jóvenes, atendiendo a su modo de ser, son propensos a desear y a hacer lo que desean. En cuanto a los deseos del cuerpo, son especialmente inclinados a los sexuales e incapaces de dominarlos, aunque también son inconstantes y dados a aburrirse de ellos. Desean ardientemente, pero se les pasa rápido. Son temperamentales y tendentes a la ira. Se dejan dominar por sus impulsos, pues, por su pundonor, no soportan sentirse menospreciados, sino que se irritan si creen que sufren un trato injusto. Son deseosos de prestigio, pero lo son más de ganar, pues la juventud desea la superioridad, y la victoria es una forma de superioridad. En cambio, ambas cosas son más importantes para ellos que el deseo de dinero, porque no han experimentado aún lo que significa su falta. No tienen mal natural, sino bien, porque todavía no han conocido demasiadas perversidades. Son confiados porque aún no les han engañado muchas veces, y esperanzados, porque tienen un calor natural, semejante al que sienten los borrachos en las noches frías. Además, tampoco han fracasado muchas veces. La mayor parte de su vida está llena de esperanza, porque la esperanza se refiere al porvenir y el recuerdo al pasado, y para los jóvenes el futuro es largo, y el pasado muy corto.
También son engañadizos, por lo dicho, se esperanzan con facilidad, y más valerosos, porque son impulsivos y están llenos de fe: lo primero les quita el miedo, lo segundo les da ánimos, pues nadie teme cuando está indignado. Además son vergonzosos, pues todavía no se plantean otras metas nobles, sino que están educados sólo en las convenciones. Y magnánimos, pues aún no se han visto humillados por la vida ni han aprendido a qué se ven obligados sus mayores, además de que la magnanimidad implica que se consideran dignos de grandes logros, y eso es cosa de quien está lleno de esperanza. Prefieren realizar acciones hermosas en lugar de acciones provechosas, pues viven más de acuerdo con su modo de ser que con el cálculo, y es que el cálculo se refiere a lo provechoso, y la excelencia, a lo hermoso.
            Son más amigos de sus amigos y de sus compañeros que los del resto de edades. Disfrutan de vivir en compañía y aún no eligen nada de acuerdo con el provecho, y en consecuencia, tampoco eligen a los amigos. Todos sus errores son por exceso e impetuosidad, ya que todo lo hacen en exceso: beben en exceso, fuman en exceso, comen en exceso, aman en exceso, odian en exceso. Creen que lo saben todo, y ese es el motivo de que todo lo hagan en exceso. Cometen agravios para injuriar, no para hacer daño. Son compasivos, porque suponen a todo el mundo noble y mejor de lo que es, pues miden al prójimo por el rasero de su propia inocencia, de suerte que suponen que sus sufrimientos son inmerecidos. Son propensos a reír y por ello también bromistas, pues la broma siempre fue una insolencia atemperada por la buena educación. 
                 Así somos.

1 comentario:

  1. Me encanta leerte. Esperaba la última frase. Un beso desde lo alto del conquero. Tu tía M.José.

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