La cremallera

"No vine a arrodillarme, vine a conquistar"

miércoles, 9 de marzo de 2011

Hoy es siempre, todavía.

          Desesperanzada la mariposa. De ser por ella, el mundo caería a diario sobre nuestras cabezas. ¡Por Tutatis! El cielo se viste de gris cuando vienen torcidas. Las nubes siempre están ahí, amenazando tormenta. Uno nunca puede arriesgarse a no asomar la cabeza del nido a la mínima llovizna, porque quizás se pierda el arco iris. Harta de pasar por agobios de soluciones insultantemente sencillas. Ahogada mil y una veces en vasos casi vacíos, ante la atónita mirada de su compañía. Cantidades de agua sobre las que chapotea felizmente una vez se percata de la supina tontería. Tal vez los miedos, siempre los miedos. Miedo a esto, pavor a lo otro, pánico por lo de más allá. Todo el que le rodea, pese a taparse los ojos frente al cine de terror, parece valiente como un príncipe que combate entre llamas al dragón. Eso la coarta, le rompe su libertad, la ata a un sinfín de imposibles absurdos y auto-impuestos. Nadie duda de su valía, tampoco de su nervio inseparable, pero hasta el más tenaz entre los hombres se cansó alguna que otra vez de repetir las mismas canciones. Santa paciencia.
         Es capaz de amar con locura a alguien que conoció hace un par de horas, de admirar sobremanera e injustamente a aquellos que demuestran ser diferentes a la gran masa. Pero también es capaz de odiar a quien amó por haber cometido errores insalvables, y puede denigrar al que era diferente por blasfemo e inmoral. De ahí se desprende el presente. Son muchos los intentos de regreso, pero imposible su consecución sincera y plena. Los errores se pagan, aunque sucedieran cuando los cerebros aún no habían completado su proceso de formación. Nunca podrá volver a entregarse como lo hizo. Aunque su cabeza haya querido intentarlo, su corazón desconoce las lindes de la cordura, y campea a sus anchas allá por donde quiera. Sin embargo, lo políticamente correcto, el protocolo y la actuación forzada, para quien la ha conocido de verdad, se pueden ver desde otro continente. No puede engañar, no a mí. Sobrellevarlo de la manera educada y de común interés es aburrido, tremendamente inaguantable. Hay lazos comunes que da demasiado miedo romper, ni siquiera se plantea, pero la tensión de la cuerda, los largos silencios, el desinterés real y mutuo de muchas ocasiones, está ahí. Nunca me gustaron los cuentos de indios y vaqueros, tampoco las películas de inevitable final feliz. La gente cambia, las situaciones, a veces, son duras, muy duras, y los errores se pagan caros y en muchos casos sin vueltas de hoja. El patetismo de los habituales mensajes de recuerdo no va conmigo. Odio la forma en que algunos intentan demostrar que ya no son nada a través de muestras de interés falsas y despiadadas. Odio el silencio, y odio el ruido cuando por norma debe haberlo. No quiero ni estridencias ni nada que no sea cierto del todo. Con el tiempo uno aprende que el camino es uno, que por mucho que quieras torcer para un lado, todo el universo que te rodea te regresa de nuevo a tus desdichadas vías.
          Me vacío para ti. Atrás quedaron los recuerdos de bellas publicaciones empastadas en terciopelo. Me vacío para hacerte ver que eres fuerte, y que no se me escapa nada. Que cuando estás triste, nosotros, los de siempre, estamos aunque recurras cada vez más a los mismos, diferentes de los que te ayudaban entonces. Te quiero, y lo haré siempre. Aunque sea una batalla, quizás, perdida, a mí me hechizan, mucho más que aquellas en las que hay una mínima posibilidad de victoria. Y seguiré combatiendo, como fiel soldado que siempre fui. Soldado de las causas perdidas, de los imposibles. Comandante de la división de aquellos que sólo quieren hacer entender.

         Feliz cumpleaños.  

1 comentario:

  1. ... plas plas plas.
    Increible en fondo y forma Carlos. [Conmovida].

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